
Navegando el Egeo
Hace poco regresé del Mar Egeo después de 2 semanas navegando con amigos y mi pareja Lily – la persona detrás de este blog. Yo soy su asistente y contributor a tiempo parcial (al menos eso trato!)
Sí, vimos desechos de plástico en el mar, mayoritariamente flotando en puertos y centros costeros turísticos, y siempre era una vista deprimente y molesta.
Pasamos un tiempo generoso lejos de los charter pesadillas euro-trash que llegan a las islas más concurridas, en calas remotas rodeados de aguas cristalinas – y tuvimos la suerte de cruzarnos con un grupo de delfines que jugaba con las olas que generaba nuestro velero. Estos lugares aún existen y debemos cuidar de ellos.
Esta experiencia me hizo reflexionar sobre los desechos de plásticos (y el plástico en general), en la gestión de residuos y en la generación de energía (sostenible, a poder ser) – así que, aquí van unas impresiones y recomendaciones relacionadas con estas 3 cosas. Espero que lo encuentren interesante 🙂
Desechos en un velero.
Las 6 personas que estábamos de tripulación generamos una cantidad considerable de desechos durante el viaje. 2 bolsas grandes (estilo azul de Ikea) cada 3-4 días – la mayoría llenas de botellas de plástico, tetrabriks, latas, botellas de cristal y packaging de plástico.
Conservábamos todo este desecho a bordo hasta llegada a puerto, que generalmente ocurría cada 3 días. Las islas/puertos más grandes y con mayor actividad tenían puntos de reciclaje. Las más remotas y pequeñas no.
Soltábamos en alta mar la mayoría de los desechos orgánicos para que fueran consumidos por los peces y el mar.
Y no se tiraba ningún papel o toallita sanitaria en el retrete. En vez, se desechaban en las papeleras de baño y más tarde en contenedores de puerto.
El agua natural, el recurso más preciado.
Dado que optamos por visitar islas remotas y evitar sobrexposición portuaria, necesitábamos gestionar nuestros recursos sabiamente – siendo el agua la más importante de todas, seguido de la comida y el fuel.
Los veleros (al igual que los yates, ferry’s, cruceros, etc) están equipados con tanques para almacenar agua. Los tamaños pueden variar. El nuestro tenía una capacidad aproximada de 500 litros. El agua almacenada en estos tanques no es potable, así que lo utilizamos para higiene personal (e.g. duchas) y limpieza (e.j. lavar los platos, cubertería, sartenes, etc).
Para gestionar nuestros recursos de agua sabiamente teníamos un sistema que consistía en utilizar agua de mar (salada) – siempre y cuando fuera posible. Por ejemplo – duchas.
Nuestro procedimiento para ducharse a bordo del velero era el siguiente: i) chapuzón en el agua; ii) enjabonarse en popa; iii) segundo chapuzón para quitarse el jabón; iv) ducha en popa con agua dulce para quitarse la sal.
Actuábamos de manera similar a la hora de lavar los cazos, sartenes, platos, cubiertos y vasos. A ratos, incluso, lo lavábamos todo con agua salada.
Dado que los tanques de agua no están diseñadas para proporcionar agua potable, y como no teníamos una de-saladora a bordo (algo que hubiera sido magnífico), necesitamos utilizar inevitablemente agua embotellada.
Calculamos 1.5 litros (como mínimo) de agua dulce por persona por día. Éramos 6 personas a bordo, y por tanto teníamos que almacenar 63 litros de agua (42 unidades de 1.5L) para abastecernos durante una semana. Adicionalmente incluíamos generosas cantidades de zumos, refrescos, cervezas y vinos al mix de líquidos a tener a bordo. Todas estas bebidas después generan los desechos que mencioné en el primer punto. Ya vivida la situación, personalmente recomendaría botellas de 5L de agua (tamaño XL), para así poder generar menos residuos. Y también recomiendo usar las botellas reutilizables metálicas de agua – las rellenábamos, simplificaba (menos vasos a lavar) y era más higiénico.
Energía para moverse, cocinar y googlear.
Navegamos un total de 200 millas náuticas utilizando una combinación de viento y diesel. Utilizamos el motor durante un total de 50 horas durante 2 semanas, y consumimos 3/4 partes del tanque.
La cocina utilizaba una pequeña bombona de gas – nos duró las dos semanas sin problema. Y el velero estaba equipado de un pequeño panel solar con batería suficiente para cargar pequeños aparatos eléctricos (móviles, altavoces portátiles) – lamentablemente no había más (o mayores) fuentes de generación eléctrica sostenibles a bordo.

